miércoles, 29 de mayo de 2013

DECISIONES DE UNA SITUACIÓN INESPERADA

DECISIONES DE UNA SITUACIÓN INESPERADA



“De pronto mi mirada se torna borrosa, mis ojos dan la sensación de caerse al piso, mi estómago quiere expulsar lo que no he comido, solo volteo mi mirada hacia la puerta, en donde se encuentra ella, solo Sandra conoce la noticia, mi mareo aumenta, aunque debo de aceptar que en el pasado no hubiese importado, no puedo negar que esto ya me había pasado antes”.

Así empieza su historia Felipe Santana, que aún careciendo de cosas extraordinarias, no es más que una simple melodía cotidiana, que puede suceder a cualquiera, si es que no le ha pasado; lo único que sé, es que si a mí me ha dejado una gran enseñanza, tal vez  usted, amigo lector, pueda sacarle más jugo del que yo ya le he podido exprimir.

Felipe nació alrededor de los años 80 en la ciudad de Guadalajara de Buga, más conocida como la ciudad señora, un municipio pequeño, pero lleno de vida, pues así lo describe Felipe, cuando sus padres lo tuvieron, aun se encontraban estudiando, por lo que la actividad financiera no era muy alta, pero esto fue mejorando, y también la familia aumentando, pues sus dos hermanos menores llegaron. Felipe estudió su primaria en la Escuelita La Aventura y su secundaria en la Institución Educativa Académico, ambas en Buga. Quería estudiar muchas cosas, pero terminó estudiando Ingeniería Electrónica en la Universidad del Valle, donde tras luchar sin éxito, y entender que a veces la vida golpea tan fuerte demostrando en muchas ocasiones que las oportunidades son pocas, salió de su carrera, sin embargo decidió seguir sus estudios, pero ahora en Sociología, donde sin más remedio conoció a una mujer, quien en un principio no le cautivaba, pero tras un buen tiempo iba a ser parte importante de su vida, pues gracias a ella comprendió grandes cosas de la vida, que se aprenden en muy pequeños instantes del camino que se recorre.

“Yo venía de una carrera superior, ahora estaba en una inferior, tal vez, por eso  siempre estaba solo... no hablaba con nadie, solo con los de mi antigua carrera y amigos que había dejado en mi ciudad natal, además todos los profesores eran nuevos para mi, y lo más doloroso había perdido el apoyo de mi padre”.

Eso dice Felipe, describiendo su comienzo en una nueva etapa en una nueva carrera que estaba descubriendo. Felipe es un hombre alto, con miradas muy fugaces, a veces viene la tristeza, luego la alegría, tiene cabellera negra, y siempre anda con un pequeño morral en su espalda, cuándo empieza a caminar de manera graciosa es porque va a comentar cualquier ocurrencia que viene a su mente, le llama la atención la mayoría de las mujeres, tal vez, porque de ir de noviazgo en noviazgo, Felipe a aprendido a mirar por dentro de cada dama, constantemente dice: Esa niña es mi nueva traga. También es sencillo, no le importa decir lo que piensa, dice que abrirse con las personas es la muestra más grande de sinceridad que puede haber, pues repite muchas veces “que el que nada debe, nada teme”.

Sandra Martínez es una mujer ni muy baja ni muy alta, tiene una sonrisa maravillosa, aparenta ser una joven muy tímida, pero lo único que espera es poder conocer bien a las personas, para así poder dar libertad a las palabras que guardan su corazón, se le puede decir casi cualquier cosa y sin dudar sonreirá por cada palabra que digas, si le caes bien no lo pensara dos veces antes de darte un abrazo, pero como todo ser humano guarda secretos en lo más profundo del alma. Felipe la describe como “una niña con un gran corazón, sin malas intenciones, pero la vida le ha hecho tomar grandes decisiones, buenas o malas, pero al fin decisiones”.

Cuando Felipe comienza en Sociología, en la misma situación estaba Sandra, la única diferencia era que ella venia de terminar el colegio y el de otra carrera e indudablemente dos personas que gustaban la soledad acabaron siendo grandes amigos, amistad que luego fue tomando muchos derechos, tanto así que no se hicieron esperar los deberes.

“Recuerdo que andar con Sandra era muy chévere, bacanisimo, de hecho todo lo hacíamos juntos, y pues allí paso lo que tenía que pasar; Sandra se me declaro un día y yo dije que sí, que elegante”.

Comenta Felipe, cuándo se le pregunta cómo se hizo novio de Sandra, no hubo necesidad de romanticismos, ni de flores, ni de citas, parece que la amistad hizo el trabajo que correspondía al amor, entendiendo amor claro está, como la sencilla unión de sentimientos.

“Éramos, creo yo, la relación más bonita de la facultad, porque éramos novios y nos tratábamos como amigos, recochandonos cada rato, y pues obviamente uno que otro beso, así de sencillo, muy chévere”.

A leguas se notaba que Felipe era feliz con Sandra, pero hay factores que no se pueden controlar, y en este caso las ganas no se hicieron esperar, acostarse ya no era prohibido, pero el sexo irresponsable fue culpable de una de las situaciones duras, que Felipe tuvo que vivir.

“Las cosas con Sandra no estaban bien, en una ocasión me había comentado que ella tenía sentimientos por otras mujeres, y eso para mí era aparentemente el sueño de todo hombre, pues claro, un trío no sonaba nada mal, pero entendí que esas cosas eran pequeñeces comparado con lo que debía enfrentar, Sandra estaba muy diferente, no notaba la sonrisa que me fascinaba de ella, hasta que una tarde en la que estábamos a solas se acerco a mí, y me dijo que necesitaba hablar conmigo, ahí entendí que había problemas, Sandra me dijo que ella sentía que estaba embarazada, yo pensé en medio de mi, que eso no era nada del otro mundo, dije entre mí que me haría cargo, que asumiría mi responsabilidad, y viéndola a ella me di cuenta de que no pensaba igual que yo, tal vez para ella era más que un simple hijo, en realidad no lo quería, así que, lo primero que hice fue comprar la prueba de embarazo, nos dirigimos a mi casa, pues yo vivía solo y ella entro al baño, yo afuera estaba sentado esperando, de pronto empecé a imaginarme de mi vida como padre, luego en que dirían mis papas, ¿cómo lo tomarían?, después, todas las preocupaciones del mundo caían sobre mí, sudaba, mis manos empezaron a temblar, mi respiración cada vez mas aumentaba, daba grandes inhalaciones pero rápidas, tambaleaba mi cuerpo de arriba a abajo, esos fueron los peores quince minutos de mi existencia, cuando pensaba que me iba a desmayar Sandra abrió la puerta, cabizbaja, muy aburrida, alzo su mirada solo para concentrarse en mis ojos y decirme: estoy embarazada ¿qué vamos a hacer?.

Como describir lo indescriptible, como hacer para que alguien entienda ese punto en el que estás vivo y sudas totalmente frio, que tus ojos se mojan y no son lagrimas, en ese momento dije las palabras de las cuales me arrepiento, porque, por ellas muchas noches me sentí culpable de lo que paso a partir del momento en que las pronuncie, sabía que Sandra no quería tener un bebe y me aproveche de eso y solamente hice como Pilatos, me lave las manos, le dije a Sandra que si no lo quería tener yo la apoyaba, que la decisión que ella tomara sería la mejor para los dos, prácticamente le di ánimos, fue así como Sandra Martínez aborto a quien pudo ser mi primogénito y no fue, no sé si por mi cobardía, no sé si por mi inmadurez, el hecho es que después de eso yo seguía tranquilo, como si no hubiera pasado nada, la verdad fui muy insensible en ese momento, tal vez debía de vivir una experiencia aun mayor para entender la complejidad de lo que había hecho.

Sandra y yo lo superamos por así decirlo, y seguimos tranquilos, aparentemente, yo por dentro sentía que todo había cambiado, mis sentimientos estaban cambiando, ya me preocupaba lo de Sandra con respecto a otras mujeres, por primera vez en mi vida pensaba en Dios, toda mi vida fui ateo, no creía en nada, pero tener a Dios en mi mente, me ayudaba a darme fuerzas para hacer lo que debía de hacer... y no hice, y otra vez los problemas no se hicieron esperar, estaba sentado repasando mis notas de clase, y Sandra vino a mi mirándome a los ojos y lo sabía, sabía que de nuevo había problemas, me miro y dijo que sentía que estaba embarazada, yo nomas decía entre mi, otra vez¡¡, pero ya no pensaba como antes, de hecho lo de antes estaba resonando mi error, ya me sentía mal por lo ocurrido, nuevamente fuimos a mi casa, y de pronto mi mirada se torna borrosa, mis ojos dan la sensación de caerse al piso, mi estomago quiere expulsar lo que no he comido, solo volteo mi mirada hacia la puerta, en donde se encuentra ella, solo Sandra conoce la noticia, mi mareo aumenta, aunque debo de aceptar que en el pasado no hubiese importado, no puedo negar que esto ya me había pasado antes, y fue la primera vez que creí en Dios, ¿por qué?, sencillamente era la primera vez que hablaba o me dirigía a Él, algunos lo llaman orar, y recuerdo muy bien lo que pedí a Dios esa tarde, que si Él no permitía que Sandra estuviera embarazada yo terminaría con ella, le decía que Él era el único que me podía ayudar, y fue así, Sandra salió del baño, y me dijo que no estaba en embarazo que solo había sido un simple retraso, yo mire al cielo y dije gracias, y no dejaba de imaginar, que algo en lo que no había creído nunca, había sido lo único que me haya podido ayudar, lo que sucedió después se supone era simple y terminó siendo lo más duro, terminar con la mujer a quien yo había querido tanto y aunque no me crean, era la mujer con quien yo hubiera querido pasar el resto de mis días, pero hay cosas en la vida, que uno no puede controlar, que se salen de nuestras manos, así sintamos que las tenemos aprisionadas, hay cosas en la vida difíciles de entender.

Cuándo más decidido me sentía para terminar con Sandra, nunca lo hacía y pues no tomé muy en serio lo que había pedido a Dios en ese momento, decía: nunca he creído, seguramente fue un chiripazo lo que me pasó, el hecho es cuidarse y seguir adelante con Sandra.

Mi padre era un hombre responsable. Trabajaba llevando la contabilidad de la empresa en la que laboraba, daba lo mejor de sí para sus hijos, entre los cuales estaba yo. Éramos una familia muy unida, siempre estábamos de paseo pues mi papá sabia que eso nos ponía contentos. Una tarde mi papá salía temprano de trabajar –dice Felipe con lágrimas en sus ojos-, estaba arreglando sus papeles y dos hombres vestidos totalmente de negro, impactaron entre los dos 10 balas a mi padre, ¿por qué?, es la pregunta que todos los que le conocimos nos hemos hecho desde aquel acontecimiento. Cuando llegó la noticia, sentí que cada miembro de mi cuerpo se caía, puedo asegurar completamente que no sentía nada, solo lloraba y lloraba por montones, porque muy dentro de mi corazón me sentía culpable. Tal vez, así como yo había decidido que ese niño no naciera y no hice más de lo que pude haber hecho. De igual modo había alguien en el mundo que había decidido que mi padre no viviera más. Debo admitir que esa fue la experiencia más real que he vivido con Dios. Entendí que Él manejaba asuntos diferentes con distintas personas, y que yo había hecho algo erróneo, quizá, como yo le arrebate a Él un hermoso hijo o hija, Él me estaba arrebatando un hermoso padre.

Cuando sucedió todo eso, el amor y cualquier otro sentimiento parecido al que sentía por Sandra habían desaparecido, entendí para mí que debía de cumplir con mi palabra, y así lo hice, le conté toda la verdad a Sandra y mis intenciones, sin más acabé con la relación.

Hoy en día me siento mucho mejor, de alguna manera he olvidado todo lo ocurrido, y pues lo mejor, es que soy uno de los mejores amigos de Sandra. Aquella experiencia increíble se convertiría en madurez. De hecho, accedí a contar esta mi historia, porque no deseo que nadie pase por lo que yo pase y sobre todo para que crean que hay un Dios que quiere lo mejor para cada uno, así, nosotros no cumplamos nuestra parte, y pues nada, seguir para adelante frente a cada situación dura. Sandra sigue igual, con su gran corazón, y aunque a veces noto que ella siente cosas por mi todavía, ella y yo entendemos que esta situación inesperada nos llevo a una decisión concertada y creo yo correcta. Solo espero que cada joven viva su vida con calma, y sobretodo que aprendan de los errores y/o experiencias de los demás y en este extremo caso, de la mía”.

Y así concluye Felipe Santana, quien al ser entrevistado presentó muchos estados de ánimo pero terminó con una sonrisa en su rostro. Por solicitud del entrevistado cambié su nombre, luego toda la historia es real y  en sus palabras para no perder la apreciación personal de sus decisiones en una situación inesperada.

Escrito por: Rodrigo Domínguez (Estudiante de Economía de la Universidad del Valle. @rodrijdominguez)


Revisado y corregido por: Harold Kremer (Director Taller de Escritura en Universidad del Valle, ICESI y Libre.) Vean más de este gran escritor y profesor (en mi caso) aquí: http://dintev.univalle.edu.co/cvisaacs/index.php?option=com_content&task=view&id=772&Itemid=5

2 comentarios:

Todo oídos.