DECISIONES DE UNA SITUACIÓN INESPERADA
“De pronto
mi mirada se torna borrosa, mis ojos dan la sensación de caerse al piso, mi
estómago quiere expulsar lo que no he comido, solo volteo mi mirada hacia la
puerta, en donde se encuentra ella, solo Sandra conoce la noticia, mi mareo
aumenta, aunque debo de aceptar que en el pasado no hubiese importado, no puedo
negar que esto ya me había pasado antes”.
Así empieza
su historia Felipe Santana, que aún careciendo de cosas extraordinarias, no es
más que una simple melodía cotidiana, que puede suceder a cualquiera, si es que
no le ha pasado; lo único que sé, es que si a mí me ha dejado una gran
enseñanza, tal vez usted, amigo lector,
pueda sacarle más jugo del que yo ya le he podido exprimir.
Felipe
nació alrededor de los años 80 en la ciudad de Guadalajara de Buga, más
conocida como la ciudad señora, un municipio pequeño, pero lleno de vida, pues
así lo describe Felipe, cuando sus padres lo tuvieron, aun se encontraban
estudiando, por lo que la actividad financiera no era muy alta, pero esto fue
mejorando, y también la familia aumentando, pues sus dos hermanos menores
llegaron. Felipe estudió su primaria en la Escuelita La Aventura y su
secundaria en la Institución Educativa Académico, ambas en Buga. Quería estudiar
muchas cosas, pero terminó estudiando Ingeniería Electrónica en la Universidad
del Valle, donde tras luchar sin éxito, y entender que a veces la vida golpea
tan fuerte demostrando en muchas ocasiones que las oportunidades son pocas,
salió de su carrera, sin embargo decidió seguir sus estudios, pero ahora en Sociología,
donde sin más remedio conoció a una mujer, quien en un principio no le
cautivaba, pero tras un buen tiempo iba a ser parte importante de su vida, pues
gracias a ella comprendió grandes cosas de la vida, que se aprenden en muy
pequeños instantes del camino que se recorre.
“Yo venía
de una carrera superior, ahora estaba en una inferior, tal vez, por eso siempre estaba solo... no hablaba con nadie,
solo con los de mi antigua carrera y amigos que había dejado en mi ciudad natal,
además todos los profesores eran nuevos para mi, y lo más doloroso había
perdido el apoyo de mi padre”.
Eso dice
Felipe, describiendo su comienzo en una nueva etapa en una nueva carrera que
estaba descubriendo. Felipe es un hombre alto, con miradas muy fugaces, a veces
viene la tristeza, luego la alegría, tiene cabellera negra, y siempre anda con
un pequeño morral en su espalda, cuándo empieza a caminar de manera graciosa es
porque va a comentar cualquier ocurrencia que viene a su mente, le llama la
atención la mayoría de las mujeres, tal vez, porque de ir de noviazgo en
noviazgo, Felipe a aprendido a mirar por dentro de cada dama, constantemente
dice: Esa niña es mi nueva traga. También es sencillo, no le importa decir lo
que piensa, dice que abrirse con las personas es la muestra más grande de sinceridad
que puede haber, pues repite muchas veces “que el que nada debe, nada teme”.
Sandra Martínez
es una mujer ni muy baja ni muy alta, tiene una sonrisa maravillosa, aparenta
ser una joven muy tímida, pero lo único que espera es poder conocer bien a las personas,
para así poder dar libertad a las palabras que guardan su corazón, se le puede
decir casi cualquier cosa y sin dudar sonreirá por cada palabra que digas, si
le caes bien no lo pensara dos veces antes de darte un abrazo, pero como todo
ser humano guarda secretos en lo más profundo del alma. Felipe la describe como
“una niña con un gran corazón, sin malas intenciones, pero la vida le ha hecho
tomar grandes decisiones, buenas o malas, pero al fin decisiones”.
Cuando
Felipe comienza en Sociología, en la misma situación estaba Sandra, la única
diferencia era que ella venia de terminar el colegio y el de otra carrera e
indudablemente dos personas que gustaban la soledad acabaron siendo grandes
amigos, amistad que luego fue tomando muchos derechos, tanto así que no se
hicieron esperar los deberes.
“Recuerdo
que andar con Sandra era muy chévere, bacanisimo, de hecho todo lo hacíamos
juntos, y pues allí paso lo que tenía que pasar; Sandra se me declaro un día y
yo dije que sí, que elegante”.
Comenta
Felipe, cuándo se le pregunta cómo se hizo novio de Sandra, no hubo necesidad
de romanticismos, ni de flores, ni de citas, parece que la amistad hizo el
trabajo que correspondía al amor, entendiendo amor claro está, como la sencilla
unión de sentimientos.
“Éramos,
creo yo, la relación más bonita de la facultad, porque éramos novios y nos
tratábamos como amigos, recochandonos cada rato, y pues obviamente uno que otro
beso, así de sencillo, muy chévere”.
A leguas se
notaba que Felipe era feliz con Sandra, pero hay factores que no se pueden
controlar, y en este caso las ganas no se hicieron esperar, acostarse ya no era
prohibido, pero el sexo irresponsable fue culpable de una de las situaciones
duras, que Felipe tuvo que vivir.
“Las cosas
con Sandra no estaban bien, en una ocasión me había comentado que ella tenía
sentimientos por otras mujeres, y eso para mí era aparentemente el sueño de
todo hombre, pues claro, un trío no sonaba nada mal, pero entendí que esas
cosas eran pequeñeces comparado con lo que debía enfrentar, Sandra estaba muy
diferente, no notaba la sonrisa que me fascinaba de ella, hasta que una tarde
en la que estábamos a solas se acerco a mí, y me dijo que necesitaba hablar
conmigo, ahí entendí que había problemas, Sandra me dijo que ella sentía que
estaba embarazada, yo pensé en medio de mi, que eso no era nada del otro mundo,
dije entre mí que me haría cargo, que asumiría mi responsabilidad, y viéndola a
ella me di cuenta de que no pensaba igual que yo, tal vez para ella era más que
un simple hijo, en realidad no lo quería, así que, lo primero que hice fue
comprar la prueba de embarazo, nos dirigimos a mi casa, pues yo vivía solo y
ella entro al baño, yo afuera estaba sentado esperando, de pronto empecé a
imaginarme de mi vida como padre, luego en que dirían mis papas, ¿cómo lo tomarían?,
después, todas las preocupaciones del mundo caían sobre mí, sudaba, mis manos
empezaron a temblar, mi respiración cada vez mas aumentaba, daba grandes
inhalaciones pero rápidas, tambaleaba mi cuerpo de arriba a abajo, esos fueron
los peores quince minutos de mi existencia, cuando pensaba que me iba a
desmayar Sandra abrió la puerta, cabizbaja, muy aburrida, alzo su mirada solo
para concentrarse en mis ojos y decirme: estoy embarazada ¿qué vamos a hacer?.
Como
describir lo indescriptible, como hacer para que alguien entienda ese punto en
el que estás vivo y sudas totalmente frio, que tus ojos se mojan y no son
lagrimas, en ese momento dije las palabras de las cuales me arrepiento, porque,
por ellas muchas noches me sentí culpable de lo que paso a partir del momento
en que las pronuncie, sabía que Sandra no quería tener un bebe y me aproveche
de eso y solamente hice como Pilatos, me lave las manos, le dije a Sandra que si
no lo quería tener yo la apoyaba, que la decisión que ella tomara sería la
mejor para los dos, prácticamente le di ánimos, fue así como Sandra Martínez
aborto a quien pudo ser mi primogénito y no fue, no sé si por mi cobardía, no sé
si por mi inmadurez, el hecho es que después de eso yo seguía tranquilo, como si
no hubiera pasado nada, la verdad fui muy insensible en ese momento, tal vez
debía de vivir una experiencia aun mayor para entender la complejidad de lo que
había hecho.
Sandra y yo
lo superamos por así decirlo, y seguimos tranquilos, aparentemente, yo por
dentro sentía que todo había cambiado, mis sentimientos estaban cambiando, ya
me preocupaba lo de Sandra con respecto a otras mujeres, por primera vez en mi
vida pensaba en Dios, toda mi vida fui ateo, no creía en nada, pero tener a
Dios en mi mente, me ayudaba a darme fuerzas para hacer lo que debía de
hacer... y no hice, y otra vez los problemas no se hicieron esperar, estaba
sentado repasando mis notas de clase, y Sandra vino a mi mirándome a los ojos y
lo sabía, sabía que de nuevo había problemas, me miro y dijo que sentía que
estaba embarazada, yo nomas decía entre mi, otra vez¡¡, pero ya no pensaba como
antes, de hecho lo de antes estaba resonando mi error, ya me sentía mal por lo
ocurrido, nuevamente fuimos a mi casa, y de pronto mi mirada se torna borrosa,
mis ojos dan la sensación de caerse al piso, mi estomago quiere expulsar lo que
no he comido, solo volteo mi mirada hacia la puerta, en donde se encuentra
ella, solo Sandra conoce la noticia, mi mareo aumenta, aunque debo de aceptar
que en el pasado no hubiese importado, no puedo negar que esto ya me había
pasado antes, y fue la primera vez que creí en Dios, ¿por qué?, sencillamente
era la primera vez que hablaba o me dirigía a Él, algunos lo llaman orar, y
recuerdo muy bien lo que pedí a Dios esa tarde, que si Él no permitía que
Sandra estuviera embarazada yo terminaría con ella, le decía que Él era el
único que me podía ayudar, y fue así, Sandra salió del baño, y me dijo que no
estaba en embarazo que solo había sido un simple retraso, yo mire al cielo y
dije gracias, y no dejaba de imaginar, que algo en lo que no había creído
nunca, había sido lo único que me haya podido ayudar, lo que sucedió después se
supone era simple y terminó siendo lo más duro, terminar con la mujer a quien
yo había querido tanto y aunque no me crean, era la mujer con quien yo hubiera querido
pasar el resto de mis días, pero hay cosas en la vida, que uno no puede
controlar, que se salen de nuestras manos, así sintamos que las tenemos
aprisionadas, hay cosas en la vida difíciles de entender.
Cuándo más
decidido me sentía para terminar con Sandra, nunca lo hacía y pues no tomé muy
en serio lo que había pedido a Dios en ese momento, decía: nunca he creído,
seguramente fue un chiripazo lo que me pasó, el hecho es cuidarse y seguir
adelante con Sandra.
Mi padre
era un hombre responsable. Trabajaba llevando la contabilidad de la empresa en
la que laboraba, daba lo mejor de sí para sus hijos, entre los cuales estaba yo.
Éramos una familia muy unida, siempre estábamos de paseo pues mi papá sabia que
eso nos ponía contentos. Una tarde mi papá salía temprano de trabajar –dice
Felipe con lágrimas en sus ojos-, estaba arreglando sus papeles y dos hombres
vestidos totalmente de negro, impactaron entre los dos 10 balas a mi padre, ¿por
qué?, es la pregunta que todos los que le conocimos nos hemos hecho desde aquel
acontecimiento. Cuando llegó la noticia, sentí que cada miembro de mi cuerpo se
caía, puedo asegurar completamente que no sentía nada, solo lloraba y lloraba
por montones, porque muy dentro de mi corazón me sentía culpable. Tal vez, así
como yo había decidido que ese niño no naciera y no hice más de lo que pude
haber hecho. De igual modo había alguien en el mundo que había decidido que mi
padre no viviera más. Debo admitir que esa fue la experiencia más real que he
vivido con Dios. Entendí que Él manejaba asuntos diferentes con distintas
personas, y que yo había hecho algo erróneo, quizá, como yo le arrebate a Él un
hermoso hijo o hija, Él me estaba arrebatando un hermoso padre.
Cuando
sucedió todo eso, el amor y cualquier otro sentimiento parecido al que sentía
por Sandra habían desaparecido, entendí para mí que debía de cumplir con mi
palabra, y así lo hice, le conté toda la verdad a Sandra y mis intenciones, sin
más acabé con la relación.
Hoy en día
me siento mucho mejor, de alguna manera he olvidado todo lo ocurrido, y pues lo
mejor, es que soy uno de los mejores amigos de Sandra. Aquella experiencia increíble se convertiría en madurez. De
hecho, accedí a contar esta mi historia, porque no deseo que nadie pase por lo
que yo pase y sobre todo para que crean que hay un Dios que quiere lo mejor
para cada uno, así, nosotros no cumplamos nuestra parte, y pues nada, seguir
para adelante frente a cada situación dura. Sandra sigue igual, con su gran
corazón, y aunque a veces noto que ella siente cosas por mi todavía, ella y yo
entendemos que esta situación inesperada nos llevo a una decisión concertada y
creo yo correcta. Solo espero que cada joven viva su vida con calma, y sobretodo
que aprendan de los errores y/o experiencias de los demás y en este extremo caso,
de la mía”.
Y así concluye Felipe Santana, quien al ser entrevistado presentó muchos estados de ánimo pero terminó con una sonrisa en su rostro. Por solicitud del entrevistado cambié su nombre, luego toda la historia es real y en sus palabras para no perder la apreciación personal de sus decisiones en una situación inesperada.
Escrito
por: Rodrigo Domínguez (Estudiante de Economía de la Universidad del Valle. @rodrijdominguez)
Revisado y
corregido por: Harold Kremer (Director Taller de Escritura en Universidad del Valle, ICESI y Libre.) Vean más de este gran escritor y profesor (en mi caso) aquí: http://dintev.univalle.edu.co/cvisaacs/index.php?option=com_content&task=view&id=772&Itemid=5